Vadocondes, el órgano que da vida a un pueblo
450 chavales procedentes de distintos puntos de la provincia para conocer de cerca el órgano histórico de la localidad, un instrumento musical construido a finales del siglo XIX
Vadocondes, una pequeña localidad de la Ribera del Duero, en la provincia de Burgos, a apenas 10 kilómetros de Aranda, un lugar desconocido para muchos que, sin embargo, está lleno de vida y, sobre todo, de actividad cultural.
Con menos de 400 habitantes, el próximo viernes, 17 de octubre, recibirán a 450 chavales procedentes de distintos puntos de la provincia para poner el broche de oro a la actividad que durante todo el curso han estado realizando en sus respectivos centros educativos. Una acción que les ha permitido acercarse al proceso de creación, al sonido y funcionamiento de un órgano histórico, un instrumento musical, construido a finales del siglo XIX por el organero José Ruíz. Hoy, 200 años después, vuelve a sonar con fuerza y está revitalizando este pequeño rincón de la ribera burgalesa.
Valorar y conservar
Para entender el porqué, hay que mencionar un nombre, Jean Pierre Galliard, un párroco de origen francés que supo sembrar en feligreses y vecinos una conciencia patrimonial, que ha seguido alimentándose hasta hoy. Convencido de que solo se valora aquello que se conoce, Galliard les enseñó a mirar con otros ojos su pueblo, a ver ermitas, retablos, casas blasonadas, rollos jurisdiccionales, a escuchar y entender su historia. Puso también la semilla para que se crease una junta parroquial que ha sabido mantener vivo su legado, aun viviendo a kilómetros de distancia.
«Jean Pièrre nos enseñó a apreciar lo que tenemos y a mostrarlo. De ahí partió este camino de restauraciones, unido a una mayor afluencia de visitas, todo con el fin común de mejorar la vida en el pueblo», explica Mariano Giménez, quién a sus 74 años, ejerce de sacristán en Vadocondes y aprendiz de organista. Algo que ha vivido muy de cerca. «Mi suegro», cuenta como quien narra un cuento, «fue el último sacristán que tocó el órgano, tanto él, como su bisabuelo tocaban de oído e intentaron enseñar a mis hijos». Tenían aptitudes, pero no vocación como él, así que, cuando fueron adultos dejaron aparcado el teclado. El órgano quedó así, silenciado, sin nadie capaz de hacerlo sonar, durante décadas, casi siete, incluso, llegó a reutilizarse como armario donde guardar y custodiar un conjunto de tallas de madera.
Las enseñanzas del párroco francés lograron aunar conciencias hasta implicar a todo el pueblo para sacar adelante varias campañas de micromecenazgo. La más reciente con Hispania Nostra. Gota a gota, paso a paso, han logrado restaurar cuatro retablos, 15 tallas, las pinturas murales del ábside de la iglesia y, cómo no, su órgano histórico. Emociona ver cómo los vecinos sienten que ese patrimonio es parte de su historia, de su raíz, de su esencia. Lo defienden, lo viven y lo muestran como propio, como algo vivo y valioso que deben cuidar para poder compartir.
Compartir, difundir
A las campañas de mecenazgo han sumado apoyos institucionales como el del Arzobispado de Burgos y la Junta de Castilla y León, con los que han lanzado 'Ars Vadocondes'. Un ambicioso proyecto cultural que gira en torno a su patrimonio restaurado y pone el foco en su órgano. Cuentan para desarrollarlo con la experiencia del equipo de la Fundación Santa María la Real. De la unión de todas estas fuerzas ha surgido un programa educativo que ha llevado el órgano a los escolares de infantil y primaria de nueve centros de la comarca. Otras 15 personas, entre ellas, el sacristán, Mariano, han aprendido a tocarlo durante el 'Aula de Verano' y continúan su proceso de aprendizaje este invierno. Por si esto fuera poco, han programado un completo ciclo de conciertos que se prolongará hasta marzo de 2026 y en el que están participando organistas de reconocido prestigio como Francis Chapelet, Jesús Gonzalo López o Ana Aguado.
«La restauración del órgano es la prueba de que cuando un grupo de gente se une puede llegar a hacer lo que se proponga», afirma Miguel Ríos, representante de Ars Vadocondes. Recuerda, además, que cada intervención de restauración sirve para poner en valor nuevas piezas. Es el caso de las tallas de madera que, durante años, descansaron en el corazón del órgano y que ahora pueden verse en el pequeño museo habilitado en la sacristía del templo.
El nuevo reto de los vecinos e instituciones es que el proyecto no termine cuando suene la última nota, sino que 'Ars Vadocondes' se transforme en una Fundación, que siga luchando para llenar de vida un pueblo, a través de su patrimonio cultural.
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