Fotografié a las personas que me parecían exquisitamente educadas, generosas sin límites, alegres y amables

Nos acercamos a Vadocondes para hablar con Gilberto González Vázquez, la persona que ha fotografiado a sus gentes y su historia

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Aunque nació en Pontevedra y vive en Granada, tiene orígenes vadocondinos y le gusta regresar a ellos en cuando puede. Su última visita ha coincidido con la exposición de sus fotografías. Con el título 'Mis adorables amigos. Recuerdos de una vida' son muchas las personas de Vadocondes que han pasado por su objetivo y que se han podido ver. Hoy hablamos con Gilberto González Vázquez.

- Has pasado grandes momentos de tu infancia y juventud en Vadocondes y regresas continuamente. ¿Te gusta volver a tus orígenes?

- A pesar de vivir a 600 km de Vadocondes, vengo siempre que puedo y el clima lo permite. La casa familiar es de 1769 y los rigores de los duros inviernos de esta zona no aconsejan la permanencia en la misma. Verano y otoño son mis épocas favoritas.

- ¿Cómo llega tu pasión por la fotografía?

- Mi padre fue un magnífico fotógrafo. Sus hijos eran sus modelos favoritos. Él había trabajado en laboratorios aficionados revelando las fotografías que hacía. Un año le regalamos entre todos sus hijos un pequeño laboratorio. No llegó a usarlo, pero nosotros sí. Así llegamos a conocer el este arte e ilusionarnos como él. Aprendimos a revelar, participábamos en concursos...

-Durante unos días hemos disfrutado de tus fotografías en las antiguas escuelas. ¿Cómo surge la exposición?

- Esta pequeña exposición surge porque después de 35 o cuarenta años de vivir asiduamente en Vadocondes. Fui fotografiando a aquellas personas con la que tenía contacto. Me parecían personas exquisitamente educadas, generosas sin límites, alegres, amables… Lamentablemente muchas de estas personas fallecieron. Algunos de ellos, muy jóvenes. Con esta exposición sólo pretendo rendir un homenaje a esas extraordinarias personas y evitar su olvido, por un lado y, por otro, mostrar los cambios en el pueblo y alrededores que se ha producido en esos años.

- Imágenes de amigos y de recuerdos que ¿causan morriña o te dan un chute de optimismo?

- Ver esas imágenes colgadas me siguen produciendo emoción, recuerdos. Me río cuando recuerdo cuándo y cómo las hice o me entristecen cuando pienso que no me los voy a encontrar en la plaza, en las bodegas, en los bares o en la cola de la Caja de Ahorros o de paseo por el monte, o cogiendo níscalos en los pinares.

- ¿Hay alguna que te entrañe un especial recuerdo?

- Cómo amigo de mis personajes no tengo ninguna favorita. Como aficionado a la fotografía, tengo mis preferencias, pero idéntico cariño a todos los personajes.

- ¿Y alguna persona vadocondina que te haya sido complicada fotografiar?

- Desde mi punto de vista la parcela más complicada de la fotografía es el retrato. Casi todas las fotos son producto de una ardua negociación con los implicados y mi promesa de que nunca iba a negociar con sus caras. Es difícil fotografiar, pero también posar.

- ¿Qué reacción han tenido las personas que han visto sus imágenes?

- La gente que visita la exposición reconoce a sus abuelos, a sus padres. A muchos jóvenes hay que refrescarles la memoria. Pero contamos con la presencia de Jonás, uno de los más veteranos del pueblo y que hace de guía voluntario en la exposición y reconoce al 100 por 100 de los fotografiados. Ha sido de una ayuda generosa y única. Es la memoria del pueblo.

- ¿Ha cambiado mucho el pueblo en estos años?

- El pueblo ha cambiado mucho. Como todos, supongo. Su fisonomía, su actividad comercial. No quedan tiendas de alimentación, el número de bares reduce hasta quedarse en dos, la pandemia ha modificado hábitos…

-Dinos un rincón de Vadocondes que te atraiga

- La iglesia de la Asunción y la plaza de Vadocondes, con su rollo.

- ¿Y un paseo?

- Desde la Plaza de Don Manuel Mendoza hasta las bodegas.

- Sabemos que eres un apasionado del flamenco…

- Sí, el flamenco forma parte muy importante en mi vida fotográfica. Pertenezco a la Peña Flamenca La Platería, la más antigua del mundo. Todas las semanas hay dos actuaciones de altísimo nivel. El flamenco tiene a fuerza y una vistosidad impresionantes. Es difícil ser aficionado a la fotografía y resignarse a no fotografiar lo que estás viendo. Disfruto mucho con ambas cosas, verlo y fotografiarlo.

- Y las jotas, ¿dónde quedan?

- La Jota, me queda a 600 kilómetros. Trato devenir cada año, pero no todos puedo. Un reportaje sobre las fiestas y la llevada de las imágenes con la jota como música es muy interesante. Prometo hacerlo.

 

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