Vadocondes: restaurado el retablo de santa Bárbara y don Guilindín

Pocas horas antes de dejarnos, Pedro Félix nos legó éste maravilloso artículo. Ha sido, con total seguridad, el más difícil de publicar en toda nuestra andadura, pero sirva como muestra y homenaje a su gran labor…. y a su pasión por la Cultura, por Vadocondes y - siempre - por su gente.

Pedro Félix García. La iglesia parroquial de Vadocondes no ceja en su afán de ir restaurando poco a poco todo su amueblamiento interior. La última pieza recuperada ha sido un bonito retablo barroco del siglo XVIII dedicado a santa Bárbara.


Santa Bárbara de Nicomedia es la Patrona de Artillería, de los ingenieros de minas, de los meteorólogos y de todos los profesionales ligados al mundo del fuego: bomberos, mineros, electricistas,… Su festividad se celebra el día 4 de diciembre de cada año. Y, si no precisamente el día de la festividad de santa Bárbara, sí que, coincidiendo con estas fechas tan señaladas de la Navidad, cumpliendo el plazo de ejecución previamente acordado, los componentes del equipo de Fénix Conservación SL, han vuelto a montar en su sitio este bonito retablo barroco de santa Bárbara después de haberlo restaurado con esmero. Este pasado día de Nochebuena, el sábado 24 de diciembre, en la denominada "misa el gallo", fue la primera ocasión en los vadocondinos que viven allí permanentemente y los foráneos que se han acercado a la localidad estos días, pudieron contemplar este retablo restaurado.

Aunque presentaba algunas pequeñas zonas atacadas por las termitas, en general no estaba este retablo tan mal como a primera vista se temía y, sobre todo, la estructura que lo soporta se conservaba en bastante buen estado. Sí que ha habido que reponer gran número de piezas ornamentales (sobre todo de motivos vegetales) de su decoración, que se habían ido perdiendo tanto con el paso del tiempo como durante los cambios de ubicación dentro del propio templo que ha tenido que soportar este retablo.
Santa Bárbara
El retablo de santa Bárbara de la iglesia de Vadocondes es de tamaño relativamente pequeño; consta de banco, cuerpo central y ático, coronado por una vistosa peineta dorada. La imagen de la titular destaca por su abultado manto de perfil ondulante envolviendo su figura. La rodean 9 rostros de angelitos.

Bárbara de Nicomedia fue una joven princesa turca convertida al cristianismo, que vivió en el siglo III dC y sufrió martirio a causa de sus creencias. Su padre quiso casarla por el rito musulmán con un príncipe turco, a lo que ella se negó, por lo que, en castigo, la encerró en una torre.

De ahí que frecuentemente esté representada acompañada de una torre; torre en la que hay practicadas tres ventanas, en alusión a la Santísima Trinidad.

Bárbara consiguió escapar, pero fue capturada; atada a continuación a un potro de tortura, su cuerpo desgarrado con rastrillos, quemada con hierros candentes y echada sobre un lecho de trozos de cerámicas cortantes. Finalmente, su mismo padre la decapitó con una espada en lo alto de un monte.

Inmediatamente después, un rayo fulminó al padre.

Como murió decapitada, se representa a santa Bárbara en la imaginería religiosa sosteniendo una espada con la punta hacia abajo porque, en caso contrario, hubiera significado signo de lucha y batallas. También se dice que siempre "nos acordamos de santa Bárbara cuando truena". Como inmediatamente después de decapitarla, su padre cayó fulminado por un rayo, es por lo que muchas personas imploran la protección de santa Bárbara cuando hay tormentas.

"Santa Bárbara bendita, que en el cielo estás escrita con papel y agua bendita. En el ara de la Cruz, Páter Nóster, amén Jesús".
Cabeza partida
Obsérvese el detalle que ofrecemos de un primer plano de la cabeza de la imagen de santa Bárbara ya restaurada. En el peinado se ve un rebaje circular que corresponde a lo que probablemente fue la base de una corona, pues abundan las representaciones de esta santa coronada por las almenas de una torre defensiva. También pudo esta imagen haber lucido ahí unas guirnaldas. En cualquier caso, tal accesorio se ha perdido y, al restaurarla, no se ha querido añadir algo que hubiera supuesto una falsedad imperdonable.

También en esa fotografía, en la parte delantera del peinado de cubre la cabeza de santa Bárbara, se aprecia una especie de raja transversal, que baja hasta el pómulo; el izquierdo en este caso. No es un desperfecto que ahora se hayan dejado los restauradores sin reparar, ni tampoco de debe a que la cabeza estuviera compuesta por dos partes (el rostro y el resto del cráneo), pegadas ambas. La cabeza está formada por una sola pieza que forma cuerpo con todo el resto del conjunto de esta talla.

La raja que atraviesa de lado a lado la cabeza de la imagen de santa Bárbara se debe al procedimiento empleado en su construcción. En el barroco avanzado fue costumbre dotar de ojos de cristal a las imágenes para conseguir una expresión más bella en sus miradas. Y tales ojos de cristal se insertaban por detrás; desde dentro de la imagen, no quedando entonces más remedio que practicar una especie de "trepanación" como modo de conseguir llegar a situar los globos oculares en el lugar deseado, consiguiendo además que no se desprendiesen después con el paso del tiempo. Como consecuencia de esa operación artesana que hubo que practicar en su día al tallar esta imagen de Santa Bárbara perteneciente a la iglesia parroquial de Vadocondes, ha quedado esa huella que vemos hoy en forma de raja que nadie ha pretendido disimular.

Es digna de mención la bonita decoración que presenta el fondo de la hornacina en la que está colocada la imagen de santa Bárbara, algunos de cuyas tablas habían desaparecido. También sorprende mucho ahora -tras la restauración- el esplendor de la espectacular predela, que antes pasaba totalmente desapercibida debajo de una espesa capa de suciedad que la oscurecía.

Don Guilindín
Nosotros llamamos aquí de este modo a la imagen situada encima de la de santa Bárbara, en el ático del retablo, pero advertimos que éste es un nombre ficticio, exclusivamente local. San Guilindín, como tal, no existe en el santoral católico; al menos que nosotros sepamos.
En Vadocondes y hasta mediados del pasado siglo XX, fue conocida esta imagen como "san Guilindín". En invierno, durante la época de la matanza, las madres solían decir a los niños que, para que no se rompieran las morcillas al cocerlas, hacía falta que bailasen en honor de "san Guilindín" delante de la olla en que estaban haciéndose.

Sí que se hace mención de un personaje llamado don Guilindín en una zarzuela de Gerónimo Giménez, del año 1900 llamada "La Tempranica", y que hace referencia a hechos ocurridos hacia 1890.

En la escena segunda del cuadro segundo, un personaje llamado Gabrié, hermano de La Tempranica, dice en un momento del diálogo:

"Este y el de don…
En ese momento Tempranica le hace señas de que calle. Disimulando, sigue así diciendo Gabrié:
Don… Don, guilindín, guilindón;
Repiquen á gloria que las doce son;
guilindín, guilindón.
Y los churumbele ze bailen al zon
(Mardita zea el gayo! Que zoy un guazón.)
Guilín dín,
guilin dón;
guilin dín,
guilin dón."

La sorpresa ha sido que, ahora, al restaurar la imagen del "San Gilindín" de Vadocondes, ha aparecido una leyenda en letras mayúsculas, escrita en su base, aludiendo a esa denominación, pero abundando una gran cantidad de letras "N" intercaladas y habiendo sido también utilizada alguna "Y" griega en lugar de la "I" latina. El caso es que, así pues, no va descaminado el nombre de "San Guilindín" adjudicado en Vadocondes a esta talla, porque aparece en ella escrito ese nombre, pero no como santo, sino como "don Guilindín" en la imagen perteneciente a la iglesia parroquial, lo cual permite suponer que don Guilindín cambió su denominación a la de san Guilindín con el transcurrir de los años, que es como se le llamó según la tradición hasta mediados del siglo pasado.
Aunque, desde nuestra perspectiva del siglo XXI es difícil de leer, por la abundancia de letras "N", a nosotros nos parece que pone literalmente algo así como "ADONGVNINLYDJNM".

También ha aparecido una fecha grabada en la base del don Guilindín vadocondino y ésta sí que se lee bastante bien: 1749 (precedida esta cifra por las letras "SET); por tanto, muy anterior al año en que fue compuesta la zarzuela a la que antes aludimos. Vamos que, si alguien copió a alguien, fue el letrista que se inspiró en un nombre que ya era conocido siglo y medio antes en Vadocondes. Eso en el supuesto de que llegase ese nombre a oídos del letrista de la zarzuela; que también pudo habérselo inventado. En todo caso el año 1749 (mitad del siglo XVIII) coincide plenamente con la época de la que data este retablo.

Pero lo que sí hemos sabido es que el san Gilindín de Vadocondes, se llama en realidad don Guilindín, según dejaron escrito nuestros antepasados en 1749, pues no escribieron ninguna "S", sino una "D".

San Juan de Sahagún
Pero ocurre que tampoco es don Guilindín por más que la tradición local le haya llamado así.

La pequeña imagen que hay en lo alto de este retablo de santa Bárbara ahora restaurado, representa en realidad a Juan de Sahagún, santo muy venerado en esta zona. Fue un sacerdote eremita agustino, nacido en Sahagún (León) el 24 de junio de 1430, y fallecido en Salamanca el 11 de junio de 1479.


Detalle de las letras escritas en la base de la imagen de don Guilindín

En Salamanca hay dos calles denominadas del "Pozo amarillo" y "Tentenecio" en memoria de sendos milagros que se le atribuyen. En el primero hizo subir el nivel de las aguas de un profundo pozo al que había caído un niño, y en el segundo apaciguó a un toro bravo escapado que andaba sembrando el pánico por la ciudad.

En el antes y el después que aquí ofrecemos reflejando el resultado final de la restauración de esta imagen, es fácil apreciar el magnífico trabajo realizado. Sí conviene resaltar en honor a la verdad, que la vieja imagen no tenía las manos rotas; simplemente se le habían caído y habían desaparecido. Al fin y al cabo, la iglesia de Vadocondes es un templo abierto al culto y haber repuesto las manos que se le habían caído a esta imagen, no parece ningún disparate artístico, sobre todo porque, los más puritanos, siempre podrán quitárselas; no habría más que tirar de ellas.

Terminamos resaltando que, antes de la restauración, la imagen de San Juan de Sahagún no tenía ningún remate detrás de la hornacina que ocupa. Se veían directamente las piedras de la pared como fondo. Al desmontar el retablo para llevarlo a restaurar, se descubrió que sí existía un bonito remate de madera policromado para ese sitio, el cual se encontraba caído detrás del retablo. Ahora ese fondo de madera luce de nuevo en donde debe estar y, una vez que se ha procedido a su limpieza y leve repinte, podemos contemplarlo y admirarlo como merece.

Aspecto del retablo antes y después de ser restaurado

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