Obras en el puente del Duero

Ribera - 06/02/2011

Retazos de un archivo

El principal paso sobre el río Duero en la capital ribereña tiene sus orígenes en los siglos XII o XIII. Desde entonces, numerosas obras y actuaciones se han realizado, una de las más importantes siendo rey Alfonso XIII

Fotografía de los años 50 con trabajadores de las obras de ensanche de la curva. Al fondo a la izquierda se ve el arco del Ayuntamiento. - Archivo Máximo López
Máximo López / Aranda
Durante estos días la acera Oeste del puente principal de Aranda está en obras con motivo de la creación de un nuevo carril-bici. A lo largo de la Historia han sido numerosas las obras que se han acometido en este emblemático puente que tiene su origen entre los siglos XII y XIII. La ciudad de Aranda se fue desarrollando urbanísticamente condicionada por los cursos fluviales y por la ubicación del puente que constituía un paso obligado en muchas de las rutas medievales. En 1306 las tropas del rey Fernando IV intentan derribarlo para dejar aislado a Juan Núñez de Lara, que se había refugiado en Aranda con sus partidarios. En su origen el puente de Aranda tenía cuatro ojos. En el plano de 1503 aparece con tres pero se debe a que la parte de abajo está recortada, quedando oculto el cuarto ojo. En 1572 se contrata a Juan de Naveda para reparar el puente arandino. Durante el transcurso de las obras constata el mal estado de una de las pilas del puente y por eso opta por su eliminación y construir un único arco donde hasta ese momento había dos. Por eso el arco que está más próximo al ayuntamiento es más ancho que los otros dos. Durante el siglo XVII se produjeron numerosas crecidas del Duero que ocasionaron importantes deterioros en el puente. El 20 de noviembre de 1657 se produjo una terrible avenida que provocó la destrucción del puente de Roa. El de Aranda resistió pero quedó muy maltrecho. Entre el 13 y el 17 de mayo de 1658, cuando todavía no habían terminado las obras de reparación, se produce una nueva riada que ocasiona mayores daños. Según las sorprendentes crónicas de la época el agua llegó hasta la Plaza Mayor. En aquella ocasión se hundieron los puentes que hay sobre el Duero en Vadocondes y en la Vid. En Aranda lo que más se dañó fue el muro de contención que hay bajo el Ayuntamiento y las Traseras de la Plaza Mayor.
A principios del siglo XVIII se vuelven a producir daños por riadas que obligan a cortar el puente durante un tiempo y poner un servicio provisional de paso en barca mientras duran las obras. Durante el siglo XVIII se hicieron distintas obras de reparación destacando una realizada por Melchor de la Portilla en la que se sustituyó gran parte de la piedra por material traído de Montejo de la Vega y de Campillo de Aranda. En 1783, 1785 y 1788 se producen nuevas avenidas de agua que dañan el puente y requieren reparaciones de urgencia. En la actualidad estas riadas de grandes dimensiones ya no se producen con la intensidad y frecuencia de entonces por la existencia de embalses en la provincia de Soria que regulan el cauce.
Una de las obras más importantes del puente fue la que se rememora en una inscripción de la barandilla que dice que, reinando Alfonso XIII, se restauró y ensanchó este puente, en los años 1898-1899.
A estas obras pertenece una de las fotografías en las que vemos a la derecha un rústico andamio de madera. En el centro de la imagen hay un numeroso grupo de mujeres lavando ropa y también podemos observar que el pretil del puente sigue siendo de piedra. Años después se instala una barandilla de hierro de estilo modernista que dota al puente de una estampa muy característica. El diseño es el mismo que tienen las barandillas del puente de hierro de Logroño y del puente internacional entre Irún y Hendaya. Rafael Alberti, al pasar por Aranda durante la elaboración de su segundo libro "La Amante" (1925), menciona la barandilla en sus versos: "Madruga, la amante mía, /madruga, que yo lo quiero. / En las barandas del Duero, / viendo pasar la alba fría, / yo te espero."
Entre 1927 y 1928 se acometen unas importantes obras en toda la Nacional I dentro del plan que el gobierno de Primo de Rivera denominó "Circuito Nacional de Firmes Especiales". Se pretendía dotar a las principales carreteras de España de una pavimentación acorde con los nuevos medios de locomoción que empezaban a circular. En las vías interurbanas se adoptaba una solución asfáltica a la que se daba mayor intensidad en los tramos urbanos de los pueblos. En las localidades principales, como era el caso de Aranda, se optaba por un adoquinado según el novedoso diseño del ingeniero francés François Hennebique. El proyecto inicial hablaba que la carretera, desde 2 kilómetros antes de llegar al puente desde Fuentespina, iba a estar adoquinada, incluyéndose el puente. Al final se optó por asfaltar el puente ya que se temió que no pudiera aguantar el peso de los adoquines. Lo que sí que se hizo en estas obras fue ensanchar la curva del puente del Duero hacia la Calle Postas, frente al ayuntamiento, dándole mayor amplitud. Ya en esos años se habían producido accidentes con los nuevos vehículos de entonces por lo que se debía atenuar la curva que hasta ese momento era muy cerrada. En los años 50 se acomete otra nueva obra para abrir aún más esta peligrosa curva. En la imagen podemos ver un grupo de trabajadores posando para el fotógrafo durante estas obras. Pese a la tranquila imagen en la que vemos un hombre montado en un burro, la circulación era creciente y eran muchos los accidentes que se producían al tomar el giro, también eran muchas las dificultades que tenían los camiones para maniobrar sin invadir el carril contrario. Debemos pensar que todavía quedaban unos cuantos años para que se desviara la circulación de la carretera Nacional I por fuera del casco urbano. Hasta 1987 no se inaugura un nuevo puente. Éste es conocido popularmente como el puente nuevo o como el puente de Bigar, haciendo referencia a la empresa constructora arandina que quebró antes de finalizar la obra.

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