Una ciudad de puro teatro

Las compañías locales copan la agenda: La Tarasca estrena 'Innombrables', la UBU, su 'Marjane'...

A.S.R. / BurgosUna pequeña revolución está sacudiendo la escena local. Sin tregua. Las compañías burgalesas han salido de sus búnkeres y copan la agenda cultural. Puro teatro en la ciudad. Unas suben al escenario después de una larga temporada a la sombra. Es el caso de La Tarasca, que produce Innombrables, a estrenar el viernes y el sábado en el Teatro Principal. Otras vuelven a las tablas como cada año -con alguna excepción- por primavera. Ahí están los chicos del Grupo Estable de Teatro de la Universidad de Burgos, que el domingo viajan a Orense para presentar su nuevo montaje, Marjane, basado en el cómic Persépolis, de Marjane Satrapi, que representarán en Espacio Tangente los días 29 y 30 de abril. Algunos continúan con su actividad diaria, paso a paso, como los que da Tiritirantes, con su adaptación a sala del espectáculo Patas arriba, o Antimateria Teatro, que reestrenará Chatarreros del rimmel el último día de abril en La Parrala, o Ronco Teatro, que cruza los dedos para llegar a buen puerto con su Air Enetrés, suspendido en el Festival de Teatro de Calle del año pasado por la lluvia. Y luego se asoman los que no han conseguido ser profetas en su tierra, pero sí más allá. Una etiqueta a la que se ajusta José Antonio Portillo. El autor lermeño ha asaltado por primera vez la escena burgalesa con El museo del tiempo, una propuesta infantil, que hoy continúa sus representaciones para escolares en Cultural Caja de Burgos de la avenida de Cantabria.
La primera cita en el calendario supone el regreso de la vieja guardia capitalina a la primera línea del frente. Con Innombrables La Tarasca afronta la producción de su segundo montaje tras la comedia burlesca Las Mocedades del Cid, de Jerónimo de Cáncer, escenificada en 1999 para celebrar el 900 aniversario de la muerte del héroe.
Innombrables arranca en la historia personal de Mariví Ramos. Un abuelo fusilado al inicio de la Guerra Civil y enterrado en una fosa común. Un padre triste por los recuerdos. Una familia estigmatizada en un pueblo pequeño. Un silencio que empieza a pesar y que se quiebra. Se rompe cuando Mariví decide que es hora de recuperar los huesos del abuelo muerto. Se pone en contacto con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y en el verano de 2007 comienzan las excavaciones en La Andaya. Donde pensaban que había diez cuerpos se encontraron 86. Uno por uno los sacaron en perfecto estado de conservación. Dos veranos de trabajo.
«Se remueven muchos sentimientos, muchas emociones. Es un material muy duro que al mismo tiempo que sale se queda depositado en tu interior, en mi memoria», cuenta Mariví Ramos. Sintió la necesidad de compartirlo. «Y como la mejor forma que tengo de expresarme es el teatro se lo comenté a mis compañeros de La Tarasca».
Sus integrantes asumieron el proyecto. Roberto Méndez, el director, instó a Mariví a escribir su historia. «Ella tenía muchos poemarios, muchos textos sobre el tema, pero creí que tenía que plasmar sus propias ideas, tenía que buscarlas dentro de sí, no fuera», dice.
Mariví reconoce que sacar todo lo que tenía dentro fue una liberación para ella. «Tenía la necesidad de contar esta experiencia. Crees que va a ser fácil, pero no lo es. Son muchos años de contención, de emociones dormidas, que no muertas», ilustra la autora, «abrumada por este circo montado por mi causa».
Cuando este trabajo quedó culminado, Roberto Méndez le mostró a Mariví el texto de El innombrable, de Samuel Beckett. «Es una reflexión filosófica sobre el sentido de la existencia que se acomoda a este contexto de muertos, fosas, bombardeos», expone.
Con los textos definidos y las ideas claras, había llegado la hora de llevarlo a escena.
Méndez ya tenía experiencia en la dirección de historias ambientadas en la Guerra Civil española (Guernica, con La Mentira, y una versión de Memoria de la melancolía, de María Teresa León) y la solución pasó por dividir el espectáculo en lo que ellos han llamado teatro de los vivos y teatro de los muertos.
El primero ocupa una cuarta parte. Es la intervención de Mariví Ramos, que hace de ella misma, su mayor reto, y de Gonzalo Martínez, un agricultor de Vadocondes que ha sufrido el dolor de la pérdida inútil en su familia y que lleva muchos años volcado por esta causa.
El segundo se refiere a los esqueletos de la fosa común, que surgen de ella, embarrados, y toman la voz. Míren San Martín, Luis Miguel González, Juan Carlos Antón, Juan Manuel Moure, Juan Luis Sáez, Ana Isabel Roncero, Lorena Sanz y Paco Pinillos permanecen toda la hora de montaje en un charco de barro. «Nos escupen su historia, lo que sienten, cada uno a su manera, de manera sarcástica, dramática, cómica...», comenta Méndez, quien ha encontrado a su mejor aliado en la llamada Danza Butoh, creada en los sesenta por los japoneses Tatsumi Hijikata y Kazuo Ohno, en la que los cuerpos se mueven como si alguien se hubiera introducido en ellos. «Como si fueran alien, se mueven a pesar de su voluntad».
Innombrables es especial para Mariví Ramos. Con este montaje se quita el sombrero ante todas las personas que han sufrido la pérdida de un familiar y no han sentido paz hasta recuperar sus restos, que han vivido impotentes ante el silencio instaurado frente a la barbarie. Espera igualmente que sirva para que los jóvenes conozcan este cruel capítulo de la historia escrito hace setenta años.
El cómic salta del papel a la escena en el campusEs sábado por la mañana y el campus es una ciudad fantasma. Poco jaleo, pocos coches en el aparcamiento, ni rastro de estudiantes presurosos... Una puerta de emergencia se abre. Directos al escenario del salón de actos de Económicas. Allí los chicos del Grupo Estable de Teatro de la Universidad de Burgos machacan una y otra vez las escenas de Marjane, una versión del cómic Persépolis, de Marjane Satrapi. Estrenan el domingo en Orense -el 29 y 30 de abril estarán en Espacio Tangente- y tanto los actores como el director, Juan Luis Sáez, reconocen que la cosa está verde, muy verde.
Persépolis cuenta la historia de una adolescente iraní a la que sus padres mandan a estudiar a Austria. A su vuelta, tendrá que enfrentarse al choque cultural entre las dos sociedades que ha conocido. «Nosotros nos hemos centrado más en los contrastes, en lo que puede ser el salvar lo que la ignorancia da, el desconocimiento de unos y otros, nos hemos centrado más en las diferencias entre las dos escuelas, entre Austria e Irán, en su lucha por comprender las fiestas, las orgías que ve allí, cosas de las que en su país no podía ni hablar... Nos volcamos en aquello que pilla más cercano a los chavales», comenta Sáez, que reconoce la dificultad de la selección.
Un obstáculo que se une a su deseo personal de mantener el formato de tebeo de esta obra. Para ello crea una serie de escenas a través de distintas poses siendo otra voz la que comenta lo que ocurre, muestra bocadillos realizados con papel, utiliza un caballete con las frases de la historia mientras los actores las interpretan...
Con lo que ya cuenta Sáez es con trabajar cada curso con gente distinta. Cosas de la universidad. Y no es problema. Todos han pasado antes por el curso de iniciación al teatro o tienen una mínima experiencia. Es el caso, por lo menos, de Steven Jiménez, María Burguera, Pedro Ángel Cuevas, Isabel Galerón y José Antonio Ruiz. Todos han hecho sus pinitos en el grupo del colegio, el instituto o de su pueblo y coinciden en valorar su pasión por la escena, aunque ninguno, salvo Steven, que no cierra las puertas al Arte Dramático, la abraza como futuro profesional. Más que nueva es Celia García, que sólo lleva una semana ensayando. La veteranía la pone Daniel Garabito, que se ve como el padre de todos y es el autor de la música. El elenco se completa con Sara Abad, Camille Azambourg, José Abelardo Carmona y Tine Limet.

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