Restauración de la talla de san Miguel (año 1.720), de la iglesia de Vadocondes (Burgos)

Diablo derrotado bajo los pies de San Miguel

El Diablo derrotado bajo los pies de San Miguel

Pedro Félix García. Vadocondes cobró recientemente mucha actualidad debido al empeño de sus vecinos -y allegados a dicha localidad burgalesa- por proteger y conservar su patrimonio, atajar su deterioro, y tratar de legárselo a las generaciones venideras en las mejores condiciones posibles.

Vista delantera; antes y después de la restauración

Vista delantera; antes y después de la restauración

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Creyentes y no creyentes, gentes que pisan habitualmente la iglesia los domingos y gentes que -como mucho- sólo la pisan en algún que otro funeral de alguien muy allegado, han sabido valorar su patrimonio común y se han puesto de acuerdo en tratar de mantener un bien común muy valioso, que trasciende al ámbito espiritual y se adentra en los terrenos culturales e históricos.

Más allá de los conocidos esfuerzos por recaudar fondos que permitan restaurar todo el retablo mayor y las pinturas de la bóveda del presbiterio de su iglesia parroquial, algunas familias anónimas se adelantaron y fueron sufragando las restauraciones de determinadas imágenes, de las que la más reciente ha sido una pequeña talla de san Miguel arcángel, que data de 1.720.

Miguel significa en hebreo 'Quién como Dios'. El arcángel san Miguel es venerado en las religiones judía, islámica y cristiana y, dentro de esta, es reconocido como intercesor ante Dios, tanto por los católicos, como por los ortodoxos, los coptos y los anglicanos. Casi todos lo consideran el jefe de los ejércitos de Dios y enemigo principal de Satanás, que es el jefe de los ángeles caídos.

Vista posterior; antes y después de la restauración

Vista posterior; antes y después de la restauración

Tocado unas veces con un manto y otras con una capa, que representa su poder protector frente a las malas influencias procedentes de los seres malignos, al arcángel san Miguel solemos verle también portando una balanza con la que, según la leyenda, en el momento del Juicio final, pesará nuestras acciones buenas y malas.

La imaginería religiosa a veces representa al arcángel san Miguel enarbolando una lanza, aunque son mayoría las esculturas y lienzos en las que aparece blandiendo una espada -casi siempre flamígera-, pero siempre -siempre- está en actitud de derrotar al maligno, pisoteando al diablo derrotado y caído bajo sus pies.

Cuando contemplamos alguna talla o pintura que le represente, solemos fijarnos más en san Miguel propiamente dicho y bastante menos en el diablo. Sin embargo, el diablo derrotado bajo los pies de San Miguel es una figura que esconde un gran simbolismo, aparte de la escenificación de su derrota; derrota que, en ocasiones, ha persistido en forma de un padecimiento material permanente sufrido por la propia imagen como tal, padecimiento que se ha mantenido a lo largo de los siglos y casi ha durado hasta nuestros días.

Rostro de san Miguel antes y después ser restaurado

Rostro de san Miguel antes y después ser restaurado

El conjunto del arcángel san Miguel de Vadocondes que aparece aquí fotografiado acompañando a estas líneas, constituye un ejemplo muy común de esos duros 'padecimientos' a los que nos referimos, a los que -con toda su buena e ingenua intención- algunos fieles, sacristanes, monaguillos e incluso hasta clérigos, han sometido desde la antigüedad a la representación del diablo en tantos y tantos otros muchos san Migueles de todo el mundo, 'castigándolo' por ser tan malo. Al diablo de este san Miguel de Vadocondes también le ha tocado padecer ese 'vandalismo' nada infrecuente en este tipo de tallas. Concretamente este san Miguel de Vadocondes ha sido degollado, y también le han cortado su pene y su rabo. (Sabido es que el diablo es muy feo y tiene rabo). Y antes de ser restaurado, se observaban por todo su cuerpo evidentes signos de golpes dados a propósito. (Ver fotos).

Por supuesto, en una restauración respetuosa con lo restaurado como ha sido la efectuada sobre la talla del san Miguel vadocondino, no se le ha pegado al diablo una cabeza mueva e inventada; sigue apareciendo decapitado. Tampoco se le han repuesto su pene ni su rabo. Haberlo hecho hubiera sido cometer algo así como una herejía artística; hubiera sido degradar una obra de arte a la categoría de muñeco. Sí se han corregido algunas pérdidas de volúmenes, como la reposición de algún dedo que se había roto y perdido. Hasta tal punto ha llegado la autenticidad del trabajo de restauración realizado, que el pie izquierdo del diablo -seguramente 'castigado' por antepasados nuestros excesivamente devotos-, se ha mantenido descarnado en su parte superior; únicamente se ha protegido convenientemente la madera en esa zona, pero no se ha tratado de disimular el destrozo.

El demonio antes y después de la restauración

El demonio antes y después de la restauración

La balanza que sostiene san Miguel con su mano izquierda no es la original del siglo XVIII; alguna vez debió perderse y sustituirse por esta otra, también muy antigua. Otro tanto debió ocurrir alguna vez con la espada. Dijimos antes que muchas tallas de san Miguel lo representan blandiendo una espada, normalmente flamígera; una espada de fuego. Quizás la talla del san Miguel de Vadocondes blandió en su día una espada flamígera pero, si así fue, la misma se perdió a lo largo de los años y la espada más sencilla que hoy empuña con su mano derecha, posiblemente le fue colocada después -también hace muchísimos años- en sustitución de la original que, probablemente, se deteriorase en algún desafortunado percance.

Los torpes -aunque bienintencionados- repintados de los tristemente famosos Ecce Homo de Borja o del San Jorge de Estella, nos alertan de que hay quienes piensan que restaurar una imagen es algo así como volver a repintarla. Pero no. Restaurar una imagen consiste en llevar a cabo -por parte de personal altamente cualificado- una labor extremadamente delicada y minuciosa sobre la misma, procurando que recupere su estado lo más aproximado posible al que tuvo en su origen, y todo ello mediante la aplicación de técnicas que no dejen huellas irreversibles, sino que, si llegase a ser necesario más adelante, puedan ser eliminadas sin daños estructurales, para permitir la aplicación en el futuro de otras posibles nuevas técnicas de restauración mejores que las actuales y que hoy no alcanzamos ni a imaginar.

La restauración del conjunto del arcángel san Miguel y de su correspondiente demonio asociado, perteneciente a la iglesia parroquial de Vadocondes, se llevó a cabo con todo mimo por Sara Taboada, de la empresa 'Fenix Restauración S.L.', que tiene su taller ubicado en la localidad burgalesa de Huérmeces.

Deterioros en el brazo izquierdo antes de ser restaurado

Deterioros en el brazo izquierdo antes de ser restaurado

La imagen se encontraba muy ennegrecida como consecuencia de haber estado expuesta a lo largo del tiempo al humo de las velas, lo que había ocasionado un evidente oscurecimiento de sus barnices, a lo que había que sumar no sólo la suciedad superficial acumulada, sino también los estragos producidos por productos inadecuados aplicados posiblemente con la intención de 'regenerar' su colorido. Otra patología que padecía era la falta de adhesión, en algunas zonas, de los colores a la madera, con las consiguientes pérdidas de la policromía y de la lámina de oro. Asimismo, ofrecía problemas estructurales, como sus brazos desencolados y la rotura de algunos dedos de las manos de San Miguel. Además -ya lo indicamos antes- el diablo exhibía signos evidentes de haber padecido 'santo vandalismo' intencionado, siendo los más graves su degollamiento, amén de haberle sido cortados el pene y el rabo, piezas -todas ellas- que hubiera sido improcedente tratar de añadirle hoy día, porque hubieran falseado irrespetuosamente la imagen original.

Los recientes trabajos de restauración se iniciaron con una cuidadosa limpieza superficial mediante aspiradores y brochas de diferente grosor para eliminar la suciedad y el polvo acumulados con el paso del tiempo.

Debido a los problemas -antes citados- de fijación de la policromía en zonas puntuales, se realizó el sentado de la misma con cola de conejo, con ayuda de espátulas de calor, para devolver tal policromía a su estado original. Tras ello, se realizaron 'catas de limpieza', consistentes en test de solubilidad de diferentes mezclas, para decidir el método y producto que convenía utilizar. Finalizada la limpieza se reconstruyeron los dedos perdidos, tallándolos de acuerdo al original. Los brazos desajustados fueron retirados y vueltos a colocar en su sitio, sujetándolos mediante sargentos y espigas. Se modificó la empuñadura de la espada -que ya dijimos que no es la pieza original de 1.720- consiguiendo adaptarla de modo natural a la mano derecha de san Miguel.

Asentando la policromía por aplicación de cola de conejo

Asentando la policromía por aplicación de cola de conejo

Las pérdidas de policromía -muy notables sobre todo en la figura del diablo- requirieron un elaborado proceso de desestucado y estucado, encaminado a rellenar las grietas y desconchones mediante aparejo compuesto por cola de conejo y yeso mate. Tras el estucado y nivelado del estuco se procedió a la reintegración cromática, tratando de reproducir fielmente el proceso realizado antaño en origen, aplicando un color similar al bol rojo original que se utilizaba como base de las láminas de oro, con la ayuda de 'maimeri' color oro, que es una especie de espesante capaz de imitar diferentes efectos y texturas sobre cualquier superficie y compatible con todo tipo de pinturas. Tras esta laboriosa preparación de la base se comenzó a entonar el color circundante para devolverle la continuidad visual a la pieza, finalizando con la aplicación de una capa de barniz que realza y protege los colores y a la propia pieza.

En el reportaje fotográfico que acompaña a este artículo hemos procurado reflejar lo más fielmente posible el antes y el después de lo que es y logra un minucioso proceso de restauración; cómo surge ante nuestros ojos una maravillosa policromía que la simple suciedad nos impedía antes ver. En el caso de esta talla del arcángel San Miguel perteneciente a la iglesia parroquial de Vadocondes, recomendamos al lector que tenga ocasión de acudir a verla, que sea curioso y trate de mirar la parte posterior de la capa, pues es extraordinaria la belleza de su policromía. Lástima que la proximidad a la pared del pedestal en el que está ubicada la imagen, haga difícil la contemplación y disfrute de esa zona concreta.


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